viernes, 27 de mayo de 2011

Levantando al caído



LEVANTANDO AL CAIDO
Por Juan Quintero/ www.panamae.com
Es común ver en los hogares de hoy un incremento de problemas tanto de índoles personales, económicas y familiares. El común denominador es soberbia, arrogancia y hasta palabras fuera de contexto que no agradan a Dios, dicho resultado encamina a las parejas de hoy ha violencia doméstica y hasta el divorcio. La ira acalorada por una discusión trae siempre consecuencia no agradable para los hogares de hoy.

Los esposos creemos que nuestras esposas son nuestras hijas y no es así. Ellas son ayuda idónea para traer regalos de Dios a nuestra casa, o sea nuestros hijos. Muchos esposos con mamitis aguda, no ven con los ojos de Dios a sus esposas, por ende se incrementa las discusiones entre las parejas y la unidad tanto espiritual como corporal se rompe, trayendo consecuencias funestas para el matrimonio. El común denominador en estos casos es la falta de confianza, la duda, los celos y si es un matrimonio cristiano, no se ora en familia, tampoco se hace devocionales familiares y las oraciones se hacen rutinarias y no con el debido respeto que se merece el que nos permite respirar hasta hoy.

Conozco de muchas mujeres sabias y prudentes, tal como lo muestra la Santa Palabra de Dios, La Biblia, como Rut, Elisabeth, María, Ester, y muchas otras más, pero hombres con el espíritu de José el esposo de María la madre de Jesús, hay muy pocos hasta en nuestros días.

Es importante señalar que la corona del hogar la lleva el esposo y no la esposa. Cuando esta se distorsiona se incrementan los problemas entre la pareja. Claro que conozco muchas mujeres desobedientes, algunas dicen conocer a Dios pero con sus actos y acciones lo niegan. Es allí donde debe aparecer el Hombre de Dios, con sabiduría de lo alto, con amor y ternura para levantar las rodillas caídas de la esposa. Humillándose es que Dios nos escucha, porque si lo hacemos, él es el que toma el control de nuestros hogares.

Quiero decirle a los hombres de hoy, los que acostumbramos a ofender a nuestras esposas, amigas y compañera, los que no valoramos ni recordamos las lagrimas ni el dolor de ellas de llevar en sus vientres a nuestros hijos, los que queremos tapar con un beso después de ofenderla y hasta maltratarla con nuestras vanas palabrerías y hasta con acciones no dignas de un hombre de Dios y queremos después de eso que ellas nos abracen, nos digan que nos aman, que nos respeten pero somos nosotros los hombres los que nos hemos negado con nuestras acciones y aptitudes ese derecho ya que nos olvidamos de lo que dice la palabra de Dios sobre la ayuda idónea que son ellas para nosotros. Ellas no son nuestras esclavas, tampoco son nuestras hijas y menos nuestras empleada, ellas son la flor que Dios nos regaló para pasar el resto de nuestras vidas adorándole a él. Ellas no son espinas, son de grato olor para el Señor y para nuestros hogares, es por eso que debemos cuidarlas, amarlas y tratarlas como nos gustaría que nos traten a nosotros mismos.

Como jefe del hogar es deber de nosotros los hombres corregir nuestras aptitudes y acciones ya que por llevar la corona de Cristo en nuestros hogares la responsabilidad de enderezar el barco que se hunde es nuestra y no de ella. Después de todo, al que Dios pedirá cuenta del buen o mal manejo de nuestros hogares es al que él le dio su corona, y es a los hombres.

Es cierto que hay mujeres difíciles pero es la mujer que tú escogiste para esposa, y es a Dios a quien debes acudir para pedir dirección para el manejo de tu hogar de acuerdo a tu voluntad. Si tu esposa al principio oraba junto a ti y no lo haces ahora, es a ti a quién Dios pedirá cuenta. Si tu esposa al principio te acariciaba más y no lo hace con frecuencia, es a ti, a quien Dios te reclamará el por qué de esa aptitud de ella.

Muchos hogares se están quebrando por la falta de sabiduría, prudencia y discernimiento de espíritu de los hombres de hoy, que con su arrogante forma de tratar, hacen de su hogar un cementerio de comunicaciones que a la postre la brecha entre la pareja se irá abriendo más hasta que la real reconciliación se pueda dar. La mujer no siempre es sumisa, calla, observa, pero cuando toma una decisión aunque sea dolorosa para ella, la toma y no vuelve atrás. En cambio los hombres somos más emocionales en ese aspecto, pedimos perdón, y algunos hasta se arrodillan cuando ven que la situación está perdida.

Con seguridad hombre, tú tienes la capacidad de mantener un hogar dentro de los parámetros que Dios le agrada, sólo esfuérzate y sé valiente, dice el Señor. El libro de Cantares en la Biblia es un buen camino para corregir nuestros errores al manejar el aspecto emocional de nuestros hogares. ¿Quieres un consejo? No te enfoques en ti, es mejor callar que abrir la boca para ofender o discutir por pequeñeces que sumadas hacen un gran terremoto a la postre. No basta con pedir a Dios ayuda, hay que actuar de acuerdo con lo que nos enseña la Biblia y de seguro tendrás un hogar lleno de felicidad y amor como es el que tú deseas y por lo que te casaste.
Ahora te invito a dar una hojeada este libro que te mostrará un camino diferente para un hogar duradero dentro de los parámetros de Dios.

“Descubra cómo un hombre de Dios puede ayudar a su esposa a vencer los retos que ella enfrenta cada día. Empleando las Escrituras y cómo un buen esposo puede audazmente y con oración apoyar a su esposa en sus luchas con el miedo, actitudes, emociones, maternidad, sexualidad, y más” incluyendo un prefacio por el esposo de Stormie, Michael. 192 páginas Da clic aquí abajo es muy bueno cuesta 9.50 dólares
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DIOS TE BENDIGA ESPERO QUE TE AGRADE

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